El regalo del sentir



Otra vez se acordó de lo que pasó ayer. ¿Cómo pudo hacerle esto? Tantas veces lo mismo... Y sí, sentía lo de siempre. 

El corazón acelerado al máximo, el molesto apretón en el pecho y un fuerte dolor de cabeza. Y una gran descarga de energía concentrada en esos dos lugares. 

Probablemente, a nivel hormonal, sus glándulas volvían a producir las hormonas relacionadas con esa emoción. Y a pesar del paso del tiempo, seguía doliendo igual. 

Era la primera vez en su vida que observaba lo que pasaba a nivel del cuerpo físico cuando lo recorrían ciertas sensaciones. 
Entonces, al darse cuenta, empezó a hablar con su cuerpo. Le pidió perdón por provocarle tanto sufrimiento, le agradeció por el trabajo diario que realizaba y le dijo que lo quería. 

Parecía una tontería pero al hacerlo se sintió mejor y observó cómo toda aquella gran cantidad de energía empezaba a diluirse sin causar sus estragos habituales. En lugar de sobrecargar las células del pecho y de la cabeza, ahora todas las células del cuerpo podían relajarse y trabajar con las hormonas adecuadas. 

Así era mucho mejor. Y entendió el proceso: 
- Ocurría algo/ Se acordaba de lo sucedido. 
- Lo interpretaba como que era algo malo. 
- Se emocionaba. 
- La glándula correspondiente a la interpretación, producía la hormona adecuada. 
- La hormona, en lugar de distribuirse por todo el cuerpo (como cuando se vive una emoción cualquiera) se concentraba en la zona del cuerpo donde estaba acostumbrada. 
- Entonces, sobrecargando las células de esta zona, se producía una sensación desagradable. 
- Como consecuencia, huía de esa sensación y culpabilizaba al que había iniciado todo este proceso. 
- Como las células no podían digerir toda la proteína de esa hormona, quedaba un residuo que se almacenaba en la grasa corporal. 

Toda su vida había sentido lo mismo y culpabilizado a los demás. 

Pero se dio cuenta de que todos aquellos a los que había culpabilizado sólo intentaban ayudarla a autoconocerse. Concentrándose en el dolor, que era el efecto, ignoraba la causa. Ignoraba que la interpretación que ella daba a lo ocurrido producía ese efecto devastador en su interior. 

Y la afirmación de su madre: 
- "Porque es así, así son las cosas, así es la vida..." - dejó de ser verdad. 

Dejó de ser SU verdad. 

Mentalmente le agradeció al "culpable" por el gran servicio que le había hecho. También personalmente. Sin muchos detalles, para no complicarse. 

Ahora que ha aprendido a observar las sensaciones cuando está emocionada, ha dejado de ser tan impulsiva, se siente mucho mejor y pesa unos cuantos quilos menos.

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