El propósito primordial de la educación liberal es hacer de nuestra mente un lugar agradable en el cual pasar nuestro tiempo libre. (Sidney J. Harris)

Can't take my eyes off you

Al principio la mente es un terreno donde todos siembran ideas. Si salen flores, plantas aromáticas, comestibles o, malas hierbas en este gran jardin, depende mucho de los educadores. Los niños tienen poco que decir en asunto y son un terreno fértil para todas las semillas que les formaran la mentalidad, el carácter, la personalidad...

A la juventud empieza la lucha contra las malas hierbas. En la mayoría de los casos, como no tienen las herramientas adecuadas, salen perdiendo, se cansan y se desaniman. De momento, el mundo con sus reglas ha ganado un esclavo.

Un poco más tarde, el adulto decide transformar el bosque virgen que cree que es su mente, en un bonito jardín. Entonces, con paciencia estudia con atención cada planta del jardín (idea de su mente) para descubrir su utilidad. Cuando acepta que cada una de ellas la sirvió para aprender algo, le agradece por su ayuda y decide si quiere mantenerla o eliminarla. Poco a poco transforma su mente en aquel "lugar agradable en el cual pasar nuestro tiempo libre".

Para conseguir buenos resultados hace falta dedicarnos todo el tiempo necesario. Entramos dentro de nuestra mente y la estudiamos, con mucho cariño, interés, respeto, admiración. Repasamos todas las ideas que tenemos sobre la vida, sobre nosotros mismos, sobre la interacción con el mundo exterior.
A veces descubrimos que tenemos ideas contradictorias, limitadoras, autodestructivas, ideas que nos sirvieron como niños, pero ahora no.

Decidimos los valores y los principios de vida que nos gobiernaran y creamos nuestra propia "carta magna" con aquellas ideas constructivas que consideramos útiles.

Los mejores resultados los obtienen los que se sienten ahogados por la vegetación. Los que no quieren sufrir más. Es un placer trabajar con ellos. Reconocen el valor que tiene este trabajo.

También con los padres que se dan cuenta que han sembrado en las mentes de sus hijos las propias malas hierbas. Hacen todo lo posible para ayudarlos. Juntos trabajan al mismo tiempo en el gran jardín familiar. Y no descansan hasta que no ven a sus hijos felices en el propio jardín.

Sus sonrisas, la gratitud por el apoyo, te dan alas para trabajar con dedicación en este campo tan bonito: la mente humana.

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