¿Has descubierto lo que te apasiona, lo que te entusiasma?

 

Porque ese es un objetivo de la vida: vivir con entusiasmo. Y para llegar a el , aprendemos a aportar entusiasmo en nuestras acciones. El problema es que no sabemos lo que nos entusiasma de verdad. Tanto tiempo hemos hecho lo que teníamos que hacer, lo que se esperaba de nosotros, que ahora nos puede costar muchísimo descubrir lo que queremos de verdad.

A veces me estoy preguntando: " ¿Que me apasiona?". Me cuesta responder a una pregunta tan simple. Estamos tan ocupados por resolver problemas, que perdemos la pasión por la vida, por lo sensible, por nosotros mismos. Esperamos que otros nos ofrezcan lo que creemos que necesitamos y perdemos la habilidad de contactar con el "niño interior", de saber lo que necesitamos de verdad.

Creemos que nos hacen falta cosas, muchas cosas. Pero ¿cuatas cosas hemos obtenido y no nos aportaron nada? A veces alguna pequeña satisfacción, que desapareció muy rápido, porque no teníamos tiempo de tonterías. Si, es vista como una tontería disfrutar de lo que te aporta la vida.

Mucha gente considera que para ser rico es suficiente tener dinero. Pero si no nos aporta satisfacción, entusiasmo... en definitiva sensaciones sanas, agradables que además, podemos compartir con otros, entonces nos sentimos muy pobres.

Así que ¿que quiero de verdad? Por ejemplo, si quiero sentirme útil, valorado, querido, ¿como lo puedo conseguir?

Puedo esperar que los demás me ofrezcan todo esto, o puedo ofrecérmelo yo mismo. Después puedo ofrecer mi ayuda, de manera desinteresada. Y si quiero obtener algo, ¿de verdad será ofrecido de manera desinteresada? ¿O es un auto-engaño? ¿Lo hago para ayudar, o para recibir reconocimiento? Por eso creo que es muy importante descubrir la pasión, para que nuestra satisfacción no dependa de nadie, solamente de nosotros mismos.

¿Como se hace?

Buscando en el interior. Dejando libertad a la imaginación. Probando. Cometiendo errores.

Si haciendo, aparece un sentimiento agradable y lo quiero repetir, eso es. Si provoca sufrimiento, si no me hace gracia pasar otra vez por ese tipo de experiencia, entonces no lo hago más.
¿Quien decide?

Siempre "yo".